lunes, 22 de junio de 2020

Mi joven esposa me pregunto por teléfono si podía follarse a mi hermano

Young wife and my brother

Mi esposa Dee Dee y yo nos casamos en 1975. Nos habíamos conocido durante los tres años anteriores, salíamos juntos regularmente y, al final, salió el tema de la boda. Durante este período, Dee Dee se había encontrado con mi hermano Alex en muchas ocasiones. Los tres habíamos ido de camping juntos, comido muchas comidas de acción de gracias juntos y generalmente nos veíamos en muchas ocasiones tanto en nuestra casa como en su departamento.

Dee Dee y Alex se habían llevado siempre muy bien. Ambos eran de la misma edad y habían ido a la escuela secundaria juntos. Se habían sentado juntos en la misma clase y compartido los mismos amigos. Ambos disfrutaban de la misma música y de los deportes. Alex era muy atlético y jugaba en el equipo principal de fútbol del instituto como corredor. Dee Dee corría cross country y también era cheerleader del equipo de Alex. Cada vez que había un partido, pasaban el rato juntos, él con su uniforme de fútbol, ella con el de animadora.

Cuando Dee Dee y yo nos casamos, yo sabía que ella había crecido en un ambiente familiar muy restrictivo. El sexo y la desnudez estaba mal visto por sus padres, así que ella siempre llevaba suéteres de cuello alto y cosas semejantes. La única vestimenta que se le permitía que era un poco menos asfixiante era el uniforme de animadora. Su madre había sido también animadora en la escuela secundario y en la universidad muchos años antes, Su madre siempre había querido que Dee Dee fuese animadora, que tuviese interés en la misma actividad y que fuera bastante buena como para formar parte del equipo.

Dee Dee

Mi esposa y mi sobrino

Enlace. http://www.cuckoldpage.com/cuckoldforum/erotic-story/4-mixed-feelings

Mi mujer Helen tenía cuando sucedieron los hechos 40 años bien llevados. Tiene un gran cuerpo, bonitas piernas y pelo rubio, aunque es algo baja de estatura. Vive prácticamente a dieta para mantener sus encantos. Nunca tuve la idea de ver a mi mujer con otros hombres, y mucho menos verla follar con otro. Sin embargo, siempre me ha gustado mucho ver como otros hombres giran la cabeza al verla pasar con minifaldas o pantaloncitos muy cortos.

Un día me llamó mi hermana. Su hijo había entrado en la universidad de mi ciudad y me pedía el favor de alojarlo en nuestra casa. Nosotros no tenemos hijos porque ella es estéril, así que nunca hemos usado ninguna medida anticonceptiva. Mi hermana sabe que tenemos dos dormitorios vacíos, así que no podía negarme. Aún así le dije que primero quería consultar con mi mujer. Pero Hellen no puso ningún problema, así que llame a mi hermana y le dije que si.

Francis tenía 18 años recién cumplidos cuando llegó a nuestra casa, Es un buen deportista y tiene un cuerpo que muchas mujeres desearían llevarse a la cama. Además tiene una cara amigable, es muy educado y buen conversador.

Pero enseguida me di cuenta que sus ojos seguían a mi esposa por allá donde ella fuese de un lado al otro de la casa. Mi esposa no necesita ningún aliciente para sentirse admirada, así que pronto congeniaron. Si quería encontrar a Francis, no necesitaba más que buscar a mi esposa y allí estaba él. Mi sobrino se desvivió por complacer a mi mujer (¡enseguida veremos que en todos los sentidos!). Le ayudaba a limpiar la casa, a fregar los platos, a pasar la aspiradora, en fin, en todas las tareas del hogar. En nuestros 15 años de matrimonio Helen nunca había sido tan bien atendida.

Tres semanas más tarde de la llegada de mi sobrino, unos amigos nos invitaron a una barbacoa para celebrar el ascenso del hombre en su trabajo. Quizás porque el comportamiento de mi sobrino estaba alejándome de mi esposa, bebí demasiado para olvidar. No recuerdo mucho, pero después me contaron que vomité en el jardín, También me contaron que Francis tuvo que conducir el coche de regreso a casa y que mi sobrino tuvo que llevarme prácticamente en volandas a ... el dormitorio que estaba vacío. Cuando al día siguiente le pregunté a Helen porqué me habían acostado en ese dormitorio, me respondió que lo hizo por si vomitaba, prefería que ensuciase las sábanas de esa cama que nunca usa nadie.

Hacia las tres de la mañana me desperté con una gran resaca. Por supuesto me costó un rato descubrir donde estaba y la causa por la que estaba allí. Me levanté como pude y fui a la alcoba de matrimonio. Lo que vi allí me hubiera impresionado si las circunstancias fueran distintas, pero en la situación en que estaba, me dejó algo frío y sin saber que hacer. Estaba muy aturdido.
Helen y Francis estaban en la cama follando.
Recuerdo a medias que entré en la habitación, que vomité y que caí al suelo como una saco de arena. En realidad no vomité porque ya no tenía nada en el estómago, pero si me dieron arcadas. De aquel día ya no recuerdo nada más. Supongo que les estropeé la follada.

Al día siguiente era domingo y me desperté temprano. Me extrañó estar otra vez en el dormitorio vacío, hasta que recordé que pasó la noche anterior. Pero, ¿era cierto o era solo un sueño mío?

Fui a la alcoba principal de la casa y allí estaba mi mujer durmiendo con mi sobrino, los dos desnudos apenas tapados con una sábana. ¡Entonces no fue un sueño! ¡Era verdad!

Me fui a la cocina. Estaba algo aturdido, pero hambriento después de unas 18 horas sin llevarme algo a la boca. Me preparé un café bien espeso y un par de tostadas con mantequilla y mermelada. Después de desayunar me encontré mejor. Entré en mi ... en la alcoba de matrimonio y sin hacer ruido, saqué del armario mi chándal y mis zapatillas de deporte que no usaba mucho, salí de la habitación y me cambié en en la cocina. Salí y fui a correr durante, más o menos, una hora. Durante el trayecto pude pensar en la situación. Y tomé una determinación.

Cuando llegué a casa me encontré a Helen en la cocina preparando el desayuno para ambos. Francis estaba duchándose. Y mi mujer me soltó aquello tan socorrido de:
Tenemos que hablar.
Era más que obvio que era necesario que habláramos entre los dos. Nuestra vida tenía que cambiar, al menos mientras viviera mi sobrino en casa. Pero como ya lo había decidido yo solito durante mi hora de trote callejero, decidí hablar para cortar una largar explicación que seguramente iba a tener que soportar de otro modo.
Tenéis mi permiso para hacer los dos juntos lo que os apetezca,
En el momento en que dije eso, entraba mi sobrino por la puerta de la cocina. Helen exclamó de alegría,
¡Qué alegría, cariño!
y se me echó encima, me abarzó y me dio un beso de tornillo. Fue el último. A partir de ese momento, sólo recibí besos en las mejillas de mi esposa.

Las cosas cambiaron. Hasta entonces los tres veíamos la tele por las noches de la siguiente manera: yo y Helen sentados en un cómodo sofá de dos plazas y Francis sentado en un sillón. A partir de entonces yo me sentaba en el sillón. Mi sobrino también ocupó mi lugar en la cama matrimonial. Pero de alguna manera no todos los cambios fueron un sólo cambio de lugar. Después de quince años de casados, Helen y yo no nos comportábamos de un modo cariñoso el uno con el otro. Ya sabéis, la rutina, el trabajo, la hipoteca, las preocupaciones diarias, el estrés y, en algunos casos, aunque no en el nuestro, los hijos. Pero para Helen todo cambió en este aspecto. Helen y Francis se pasaban un par de horas cada día abrazados y besándose mientras miraban la tele. Mi mujer Helen estaba viviendo en los cuarenta un romance veinteañero con mi sobrino. Al principio me costó mucho aceptarlo, especialmente los cariños y los besos, pero en un mes ya estaba acostumbrado a ello. No hay mal que cien años dure.

Voy a contar una anécdota: a principios del verano siguiente invitamos a una pareja amiga a una barbacoa en casa. Los dos miembros de la pareja no habían visto a Helen desde hacía más de un año, desde antes de la llegada de Francis. Los dos comentaron que nunca habían visto a Helen tan feliz y radiante.

Cuando acabamos la charla posterior al almuerzo, Helen dijo que tenía que ir al cuarto de baño. Entró en la casa y a los pocos minutos le siguió Francis. Esperamos los tres que quedamos en el jardín un rato largo conversando de temas sin importancia para pasar el tiempo. Stella y Mike se cansaron de esperar y se fueron, diciendo lo típico en esos casos: "Es una lástima irnos sin despedirnos de Hellen. Dale recuerdos de nuestra parte ..."

Yo entré todo el servicio de mesa a la cocina para poner el lavavajillas y lavar a mano lo que no cupiera en él. Usé la puerta de la cocina que da al patio, como es lógico. A los pocos minutos de entrar y empezar mis tareas, veo a Stella en el marco de la puerta:

"Me dejé el bolso en vuestra alcoba cuando Hellen me enseñó las reformas que habéis hecho en él. Si te parece no te molestes en subir, Ya subo yo. Sé el camino. Además tienes las manos llenas de grasa."
"Ya sabes el camino, Stella. Iría yo mismo pero como tu has dicho, tengo las manos sucias."
Yo reanudé mis tareas. Pero no pasó ni dos minutos cuando me imaginé lo que estaban haciendo Hellen y Francis en el dormitorio. Salí de la cocina como un rayo cuando vi a Stella bajar las escaleras como un rayo y sin su bolso. Subí las escaleras y me encontré la puerta de la alcoba de matrimonio abierta y a la parejita feliz follando sin darse cuenta de lo que pasaba.

En todo el año, Francis no fue a casa a visitar a sus padres y hermanos, a pesar de los ruegos de sus padres. No fue ni en Navidad ni en Pascua. Pero llegó el verano y su madre le amenazó con ir a nuestra casa a buscarle y llevárselo de la oreja. Si Francis se iba a su casa durante el verano, los amantes iban a sufrir una larga separación de más de dos meses. Helen tomó una decisión que era muy aventurada:
"Si nosotros hemos alimentado y dado hospedaje a un familiar durante casi 10 meses, yo voy a reclamar el mismo trato durante dos meses. Nos vamos los dos a casa de tus padres y dormiremos los dos juntos en tu dormitorio."
Dicho y hecho. Nada más acabar el curso, los dos se fueron a casa de mi hermana sin avisarles que iban dos en vez de uno. Yo pensé en decirle a Hellen que no fuera, que me dejaría como un cornudo consentido delante de mi hermana. Y sabiendo lo que le encanta contar y difundir chismes a mi hermana, pronto toda la familia conocería toda la historia. Durante todos estos meses mi concepción de la vida había cambiado. Ahora ya no "soportaba" que mi mujer me pusiera los cuernos en mi misma casa con mi sobrino, sino que además disfrutaba de ello. Sé que desde fuera es algo difícil de entender, pero después de los primeros meses de incomodidad, ahora veía natural y normal la situación. Además me gustaba. Me gustaba que Hellen estuviera contenta, que se la viera más "feliz y radiante", tal como la habían visto Stella y Mike. Hasta parecía más joven que un año atrás. Es evidente que no me gustaba que Helen durmiera en "nuestra" alcoba con mi sobrino; por supuesto que hubiera preferido dormir yo con ella, aunque fuera sin follar. No me importaba que fuera cariñosa con Francis, pero si que no fuera cariñosa conmigo. Durante los últimos años ninguno de los dos se había comportado de un modo cariñoso con el otro, pero desde que Hellen y Francis se pasaban el día acariciándose, besuqueándose y jugueteando, ahora deseaba yo el mismo trato.

Mi hermana no tardó en llamarme.

jueves, 14 de mayo de 2015

Connie y Joe

Joe fue novio de mi esposa Connie en la universidad. Se separaron porque él era muy celoso, pero celoso sin fundamento alguno, de ese tipo de hombres que siempre están disgustados si una falda es demasiado corta o un escote demasiado pronunciado. Por supuesto Connie nunca le dio motivos reales para sus celos.

Joe fue invitado a nuestra boda, pero acudió sin pareja. Pero además tampoco estaba integrado en ningún grupo. Entre los invitados de Connie estaba un grupo de amigas con sus novios/maridos pero el único invitado de la universidad fue Joe, lo cual hacía que destacara más. Cuando hablamos del tema de los invitados a la boda y mi entonces prometida me habló de este tipo, me contó su relación con Joe. No me agradó nada que invitara a su antiguo novio, pues he de admitirlo, soy era un poco celoso. Pero pensé que esa vez, él que se iba a acostar con Connie esa noche iba a ser yo, no él. Así que me pareció bien tuve que admitir que le invitase.

Antes de la boda Connie y yo compramos una casa antigua un poco apartada a un muy buen precio. Pero necesitaba una reforma, así que inciamos una reforma antes de la boda, obra que íbamos a continuar después. El plan era pedir un préstamo al banco, reformar una parte de la casa mientras pagábamos el préstamo, pedir otro préstamo y seguir con las reforma. Así lo hicimos. Nosotros pensábamos empezar por nuestro dormitorio, pero la arquitecta nos dijo que debíamos empezar por la planta baja, ya que tenía que reforzar las paredes de dicha planta primero para asegurar que la casa no se derrumbara o le salieran grietas durante "los próximos cien años". Según ella, era peligroso hacer obras en la planta alta sin reforzar la planta baja primero.

Cuando nos casamos ya estaba gran parte de la planta baja reformada. El plan era, cuando llegásemos a la planta alta, reformar primero un dormitorio como nuestra alcoba provisional mientras reformaban la nuestra.

Unos seis meses después de la boda empecé a sospechar que Connie se acostaba con Joe. El compañero de universidad de mi esposa vivía en otra ciudad, pero desde la boda empezó a frecuentar nuestra ciudad, y cada vez que lo hacía, nos visitaba.

Un día me vino una idea a la cabeza para confirmar mis sospechas. Le pedí a la arquitecta que mandara hacer unas regatas por las paredes de nuestra alcoba que fueran hasta el sótano, lugar donde solo teníamos vino y que Connie no visitaba nunca. Puso una cara rara, pero no dijo una palabra. Hablé con un instalador de cámaras, le hice una copia de los planos de la casa, y él le hizo un esquema a la arquitecta de por donde debrían ir los cables. La arquitecta mandó hacer las regatas en nuestra alcoba. Por supuesto le pedí la máxima discreción y ella contestó que nunca se metía en asuntos privados de sus clientes. Afortunadamente Connie no visitaba casi nunca las obras hasta que yo le avisaba que había llegado el momento de instalar las terminaciones, a pesar que vivíamo en la casa misma, El instalador me colocó tres cámaras en la alcoba, una cenital, es decir en el techo, justo encima de la cama. Las otras dos una en cada pared lateral de la alcoba. En el sótanos instalé un ordenador con un gan disco duro que grababa las imágenes de las tres cámaras.

Algún espabilado podría pensar que era innecesario hacer esas obras, ya que con una conexión wifi igual podría haber enviado las imágenes al sótano, pero las conexiones wifi no son apropiadas para mantener la privacidad. No quería que nadie me robara lo que filmasen las cámaras.

Una vez estuvo nuestra alcoba preparada, nos instalamos en ella. No tardó en surgirme un viaje de negocios de tres días de duración, así que programé el ordenador para que hiciera una foto cada minuto desde las 9 de la noche hasta las 12 durante las dos noches que iba a estar ausente.

Cuando regresé el viernes por la noche estaba ansioso por bajar al sótano, pero no pude hasta que Connie se durmió. Bajé al sótano. Las primeras fotos captaron la cama vacía, pero pronto vi a la pareja entrar a la alcoba y hacer el amor. Primero lo hicieron una vez, después descansaron en la cama haciendo cucharita, y follaron por segunda vez. He de reconocer que Joe era mejor amante que yo. Y además Connie le hacía cosas que a mi nunca me había hecho, como lamerle el ano.

Al día siguiente sábado estuve pensativo todo el día. Tenía que tomar una decisión. Y la tomé. Y tomé la mejor decisión que podía tomar.

Después de cenar, empecé a hacerle caricias. Ella respndió bien y pronto estábamos bien calientes los dos. Y entonces paré y me encaminé hacia el sótano con la verga bien empalmada.

"¿A donde vas? ¡No me dejes así!

"Voy coriendo a traerte una sorpresa. Enseguida vuelvo."

Yo había cambiado las fotos interesantes a mi notebook y borrado las que solo mostraban la cama vacía, pero había guardado la notebook en el sótano para evitar que Connie viera las fotos antes de tiempo. Cuando volví con la notebook pusé el visor de fotos en forma continua de modo que cada 20 segundos cambiaba de foto.

Mientras ella miraba las fotos, yo la miraba a ella. Veía su rostro que iba de la sorpresa a la indignación, pero al final me miró con una cara de expectativa. Me pidió que parara la notebook.

"Si quieres el divocio, por mi no hay ningún problema, pero sólo te pido que borres las fotos y no las difundas por internet. Espero que no lo hayas hecho todavía".

"No quiero el divorcio. De momento solo quiero que disfrutemos los dos de las fotos y que follemos. Y para tu tranquilidad, no sería capaz de divulgar estas fotos sin tu permiso".

"¿Entonces solo quieres calentarte con estas fotos?"

"Solo quiero eso."

"Pues pon en marcha ese aparato de mierda otra vez que te voy a dar la mejor follada de toda tu vida."

Y efectivamente, así fue. Follamos y Connie incluso me hizo lo que le hacía a Joe y nunca me había hecho nunca a mi. Fue la mejor sesión de sexo de toda mi vida.

Como Joe es celoso, Connie me pidió que nunca le dijera nada sobre mis grabaciones. Es una situación extraña que el marido cornudo no esté celoso y el amante de su esposa si.

Cada vez que yo no estoy en casa, programo la máquina y Connie y Joe se acuestan en la cama. Después que Joe se va, mi esposa y yo vemos las fotos y videos juntos y después follamos.

Lo que le pasa a Connie es muy sencillo. Le gusta follar mas que a mi. Así que un matrimonio con tres patas se aguanta mejor.

miércoles, 29 de abril de 2015

Como empezamos nosotros

How we Got Started

HotWifeNon

Modern directions

Cuando empezó todo nosotros sabíamos muy pocas cosas sobre el fenómeno hotwives y maridos cuckold (en realidad nosotros estamos en el final extremo conservador de la escala política), pero explico a continuación como nos metimos en este mundo.

Antes de empezar, quiero hablar un poco sobre mi esposa. Jenny es extremadamente conservadora, no sólo en lo político, sino también en lo social y en las relaciones personales. En su vestuario, si destaca por algo mi esposa es por su conservadurismo: ropas amplias, sin escotes y faldas apenas unos centímetros por arriba de la rodilla pero muchas veces por debajo. A pesar de estos antecedentes, mi esposa demostró una amplitud de miras reñida con los valores conservadores. Para empezar, nunca quiso tener hijos. Pero como en nuestro ambiente social esto está muy mal visto, la explicación que damos es que, después de cinco años de matrimonio, ella no puede concebir. El único límite es que ella compra las pildoras en una farmacia cercana a su trabajo.

Todo empezó cuando mi esposa Jenny invitó a varios amigos a una comida en el jardín de nuestra casa. El vecino recién divorciado que vivía en la casa de al lado fue el primero al que Jenny invitó. Ella estaba apenada por él, por estar divorciado y solo.

Will se hizo cargo de las hamburguesas. Me acerqué con un par de cervezas frías y le pregunté como le iba después del divorcio. Me comentó que, aparte que estaba caliente todo el día, lo demás iba muy bien. Miró a mi esposa y dijo que si él tuviera una esposa tan bonita como mi Jenny, probablemente todavía estaría casado.

"Entonces estás buscando a alguien como Jenny."

"No para mudarme de residencia o para casarme (ya aprendí la lección), solo para follar."

Después les vi a los dos charlar amigablemente. Era obvio que los dos se sentían muy cómodos charlando. Me di cuenta que Jenny estaba tomando un interés especial en su situación.

Jenny trabaja a tiempo parcial por las mañanas, y Will trabaja en casa, así que los dos están solos en casa mientras yo trabajo fuera.

Durante las siguientes semanas pensé que quizás tuvieran un relación. A esta conclusión me llevó el hecho que un día cuando llegué a casa, Will estaba arreglando el desagüe de la ducha. Jenny, que tenía una toalla arrollada alrededor de su cuerpo, me explicó que pasó:

"Estaba tratando de darme una ducha pero el plato se inudó de agua. Will dice que está lleno de pelos."

Aquella noche en la cama squé el tema a la palestra:

"Pienso que si quisistes tener un afair con Will te hubiera sido muy fácil."
Jenny dijo:

"¿Piensas que Will y yo estamos teninedo un afair."
"¿Lo estaís teniendo?"
"Admito que sería fácil liarme con nuestro vecino, pero no me arriesgaría a echar por la borda nuestro matrimonio por algo como eso."
"Pero si yo no pusiera inconvenientes por mi parte, lo harías."
Ella se tomó un tiempo para responderme:
"Creo que si supiera que no faectase a otras cosas, lo haría."
"Así que te gustaría tener sexo con Will."
Jenny se puso a la defensiva:
"El hecho que yo podría pensarlo cuando le veo y lo que me gustaría hacer son dos cosas muy diferentes."
Pero yo era consciente de que con una tentación continua, Jenny iba a caer en ella alguna vez. Y realmente cayó. Si lo irremediable iba a pasar, yo no quería ser como muchos maridos que son los últimos en enterarse, o incluso, no se enteran nunca. Quería saber cuando sucedía, e incluso, controlarlo. Jenny no soporta muy bien las exigencias, así que decirle que no hablara con Will mientras yo no estuviera presente no solo era contraproducente, sino también era forzar a que los hechos sucedieran igual pero a mis espaldas. Al menos hablábamos de ello.

Unos pocos días después, mi esposa me dijo:
"Creo que debes saberlo. Will está flirteando abiertamente conmigo. No quiero que se convierta en nuestro enemigo, y por eso no sé qué hacer."
"¿Qué sientes realmente sobre esto?"
"Bien, realmente me siento halagada pero estoy casada."
Yo había meditado el tema durante mucho tiempo, así que le dije:
"¿Cómo afectaría esto a nuestro matrimonio?"
"¿Si ocurriera qué?"
"Si te fueras a la cama con él."
"Creo que serviría para empezar una nueva relación."
"Entonces, hagamoslo."
Un par de días después Will me llamó y quiso que nos encontrámos en un café cercano a mi trabajo a la salidad del mismo. Yo esperaba que no tuviese que confesarme nada.Esto me jodería mucho, no tanto porque Jenny se acostase con él como porque me lo ocultase.

Will empezó disculpándose por "charlar demasiado" con mi esposa y que Jenny le había insinuado que a mi no me gustaba ese hecho. Le respondí que al principio estaba un poco celoso, pero que después había meditado mucho sobre el asunto, y que mientras él recordase quién estaba casado con Jenny, "no me importaba lo demás". Will me preguntó que significaba la coletilla finalde la frase:
"Quizás sea mejor que definas "no me importa lo demás", pues más de uno podría llegar a una conclusión errónea."
"¿Quieres llevartela a la cama?"
Acertadamente pensó que contestar con un simple si o un no me llevaría a una conclusión equivcada.
"Tu mujer es realmente hermosa. ¿Quién no querría llevarsela a la cama?"
Yo llevaba semanas pensando sobre el tema, así que le dije:
"Propónselo."
Él me miró con una evidente mirada de sospecha en la cara:
"¿Quieres probarla o algo parecido?"
Según me confesó poco después, esperaba un estallido de risas y una declaración mía que todo era una broma. En vez de eso, miré mi café en silencio durante unos segundos que a ambos nos parecieron una eternidad.
"¿Lo dices en serio?"
Le respondí con una pregunta:
"¿Tienes algún tipo de enfermedad de transmisión sexual?"
"¡Por supuesto que no!"
Cuando llegué a casa le conté a Jenny la conversación tal como se la he contado, con pelos y señales. Ella me preguntó si eso significaba que le daba carta blanca. Por supuesto, le contesté.

Jenny no se olvidó facilmente de sus perjuicios conservadores. Un par de días después, Jenny me llamó al trabajo y me dijo que Will le había invitado a su casa. Le contesté que podía ir. Me preguntó si sabía a donde podía conducir eso, y yo le respondí con otra pregunta:
"¿Estás tomando la píldora?"
"Por supuesto que si."
"Entonces ve sin miedo a su casa. No necesitas preservativo porque Will me dijo, tal como te conté, que no padece ningún tipo de ETS y yo le creo."
"¿Estas seguro de lo que dices? ¿No te arrepentiras después? ¿No afectara a nuestro matrimonio?"
"Borra esos pensamientos de tu cabeza y disfruta a tope."
Cuando llegué a casa, Jenny estaba saliendo de la ducha. Su cara estaba sonriente y la felicidad se reflejaba en su cara. En cuanto me vio, se abalanzó sobre mi y me abrazó. Por el movimiento brusco de su cuerpo, la toalla se cayó al suelo. Su cuerpo desnudo presionó contra el mío. Me dio un largo beso de tornillo, como hacía tiempo que no lo hacía.
"¿Lo hicisteis?"
"Claro que si."
"Es bueno en el sexo?"
"¡Muy bueno! Pero será mejor que charlemos sentados."
Se arrolló de nuevo la toalla sobre su lindo cuerpo y me invitó a que nos sentemos en el borde de la cama. Me contó con pelos y señales la sesión de sexo que tuvieron, sin cortarse nada. Pero yo no voy a dar esos detalles aquí. Le pregunté:
"¿Quieres hacerlo regularnente con él?"
"Will me ha pedido que nos veamos tres veces por semana, y yo le he dicho que también tengo que satisfacer a mi marido, que también me encanta follar con él. Le dije que no estoy acostumbrada a tanto sexo."
Le miré fijamente a los ojos.
"No debiste decirle eso. Si lo haces, pongamos, una sola vez a la semana con él, puede que él busque sexo por otro lado, y entonces corremos el riesgo los dos de contraer una enfermedad sexual."
"Puedo usar condones."
"No te gustan."
Ella me miró sorprendida. La conversación iba tomando un camino sorprendente.
"Esto es sorprendente. ¿Me estas diciendo que debo acostarme con él cada vez que me lo pida?"
"Efectivamente"
"¿Qué pasará cuando tenga el período?"
"Se la chupas y te tragas el semen. Eso le gustará"
Al día siguiente Will apareció por casa pocos minutos después de mi llegada. Era evidente que estaba eserando a que yo llegase a casa. Sin duda quería saber que tal iba nuestra relación y si yo había mostrado una buena actitud. Yo preferí salir de la escena y anuncié que me iba a duchar. Era mejor que los dos hablaran, aunque sin duda ya lo habían hecho durante el dia. Cuando volví al salón, Will rompió el fuego:
"Jenny dice que tu le has dicho que debe satisfacerme cuantas veces desee. No es que duda de su palabra, pero prefiero confirmarlo de tu propia voz."
"Es cierto que dije eso y lo mantengo. No quiero que ninguno de los tres pille algo indeseable."
Jenny intervino en ese punto de la conversación.
"Yo he hecho cálculos mentales. Si me acuesto con uno tres días a la semana y con el otro otros tres días, me quedaría un día libre. Si me obligais a hacerlo todos los días, no sé si aguantaré."
"Cariño, sabes que soy psicólogo, y sé que te acostumbrarás. El cuerpo se acostumbra a un régimen de vida determinado, tanto de comidas como de horas de descanso, a hacer deporte, o a no hacerlo. Cada vez que cambiamos de régimen de vida, sufrimos. Pero si al principio hacemos un esfuerzo, después nustro cuerpo se acostumbra al nuevo tipo de vida. Ya verás como a ti te pasa lo mismo. Con le sexo pasa lo mismo. Al principio tendrás que esforzarte un poco en mantener todos tus sentidos en el sexo, pero después te acostumbrarás. De todos modos me parece bien que al principio descanses un día a la semana, aunque estoy convencido que pronto renunciarás a ese día de desanso."
Me pare que me quieres convertir en una ninfómana," dijo riendo.
Han pasado casi siete meses desde aquel día. No solo Jenny renunció pronto a su día de descanso, sino que además hay días que tiene dos sesiones, una con él y otra conmigo. Ya no hay más "no, esta noche no, cariño" ni más "me duele la cabeza."

Lo más increíble es que la vida de Jenny ha mejorado mucho, pero la mía también. Al estar ella más feliz, yo también lo estoy. Por supuesto Will también lo está, pero eso no es de mi incumbencia. Lo que me importa es nuestra relación de pareja, y desde entonces, ha mejorado un cien por cien.

PD: un sábado por la tarde Jenny me preguntó si podía ir a un motel con Jenny. Le mostré mi estrañeza, y ella me contestó:
"Es algo que nunca he hecho: registrame en un motel con un hombre que no es mi marido."
Le dije que se fueran a un motel bien lejos de casa. Así lo hicieron.

FIN

jueves, 5 de febrero de 2015

Esta noche no puedo

- Ring, ring, ring.

- ¿Diga?

- ¿Ana?

- Si, soy Ana. ¿Quién eres?

- Soy Manolo. ¿Cómo estás?

- Bien. ¿Y tu?

- Muy bien

- ¿Que quieres Manu?

- Veras, esta noche estoy muy solo y me gustaría follar contigo.

- Pues lo siento mucho, pero no puedo. Mi marido está de viaje y no volverá hasta mañana. Así que esta noche estoy sola y me es imposible.

- No entiendo absolutamente nada. Me he quedado en blanco. ¿No es mejor que tu marido no esté en casa?

- En general si, pero en mi caso, no. Cuando mos casamos yo le prometí a mi marido que siempre que follara con otro hombre lo haría solo cuando él esté en casa. Cuando él está afuera no puedo follar, ni con él ni con otro. Castidad absoluta. Afortunadamente no viaja mucho y cuando lo hace, solo está ausente una noche. Mañana regresa así que mañana si quieres, follamos los dos delante de él. Ya sabes que le pone muy cachondo.

- Pues vaya, es una lástima. Me gustaría estar contigo esta noche. ¿De verdad que no puedes?

- No Manolo. Eso sería engañarle y él confía en mi. No puedo traicionarle.

- Pero si no le dices nada él no sabrá nada.

- Él no pero yo si, y mi conciencia no me dejaría descansar.

- ¡Pues si que sois una pareja rara, chica! He follado con muchas mujeres casadas y desde hace como veinte años y nunca me había pasado algo así.

- Es una lástima, chico, pero la vida es así. Si quieres mañana por la noche, que estará Juan, te reservo el turno, como si estuviésemos en la carnicería. ¿Te viene bien a las ocho?

- Si, me viene bien, allí estaré.

- Te espero... uh, que digo, te esperamos los dos mañana a las ocho. Ahora cuando cuelgue, le mandaré un mensaje y se pondrá muy contento. Él te aprecia mucho. Dice que eres el mejor de mis amantes.

- ¡Uh, que bien! A mi también me cae bie tu marido. Es muy simpático y comunicativo.

- Bueno, Manu, estoy cansado. Hoy fue un día muy agotador en la oficina y me voy a la cama a dormir. Nos vemos mañana. Chau.

 - Chau Ana. Hasta mañana. Que descanses.

- Igualmente. Chau.

domingo, 1 de febrero de 2015

Tres meses fuera de casa

Cuatro años después de casados le dije a Jenn que me gustaría que ella tuviera sexo con otros hombres. Tras la sorpresa inicial, ella no lo vio nada claro. Yo tenía más interés en el asunto que ella. Quería que conectáramos en internet con una web de contactos muy conocida, pero a ella no le gustaba la idea. Ella prefería esperar a tener una ocasión propicia:
"Veremos si surge algo," decía ella.
Pasaron como 8 o 9 meses y a principios de junio llegó la boda de su hermana menor. Paulas vive en otra ciudad, en la ciudad donde nacieron ambas y aún viven sus padres, Así que el sábado cogimos un avión y fuimos a la boda. Ella me había planteado quedarse una semana en casa de sus padres y contactar con sus antiguas amigas del instituto. Yo no puse ningún problema.

El domingo por la noche volví a casa y el lunes fui a trabajar como de costumbre. Recibí un mensaje de Jenny preguntándome como me fue el día. Le conté y ella me contó lo mismo. El martes por la noche, mientras estaba viendo la tele después de cenar, recibí un mensaje del móvil de Jenn, pero la notaba distinta. No le dije nada, pues pensé que me echaba de menos. Es muy habitual que después de unos días uno añore su pareja, su casa y sus cosas. Pero el miércoles mientras estaba desayunando recibí un mensaje de Jenny
"Hola cariño, ¿estás ahí?"
"Si"
"Te voy a mandar dos fotos. Mira primero una y después me contestas que te parece. Después te envio la segunda. ¿OK?
"OK"
Unos minutos más tarde recibí una foto de ella. Estaba al borde de la piscina y llevaba puesto un bikini muy pequeño que reconocí, pero al lado había un tipo de su edad, de unos 35 años, alto, moreno, tostado por el sol.
"Estás muy rica, como siempre. ¿Y quién es él?"
"Antes de contestarte, te voy a mandar la siguiente foto. Cuando la recibas, no me contestes por el móvil. Chateamos en el ordenador unos minutos. Mientras te llega, puedes encender la máquina. No quiero que llegues tarde al trabajo. Te espero"
Encendí el ordenador y mientras se cargaba, recibí la foto de ella. Jenny estaba desnuda, de rodillas y chupándole la polla a un tipo que estaba de pie. Una polla grande, por cierto, más grande que la mía, que es de un tamaño normal (20 cms). Estaba claro que la foto la había sacado él mientras mi esposa le chupaba la polla de rodillas. La cara de Jenny lucía una amplia sonrisa. Mientras me recuperaba del shock, la casilla del chat parpadeaba. Ella ya estaba conectada. Esta fue nuestra breve conversación tal como la recuerdo:
"¿Qué pasó anoche?" le pregunté.
"El tipo de las dos fotos es Adam, un antiguo compañero del instituto. Él fue quién me desvirgó. Después de almorzar fui al centro. Me lo encontré por la calle, fuimos a un bar a tomar una cerveza, hablamos de los viejos tiempos, me dijo que iba a ir a la piscina municipal, que si yo quería ir con él. Le dije que si. Fui a casa de mis padres y me puse el bikini y unos shorts y una camiseta y nos fuimos. Después me invitó a cenar, fuimos a un restaurante. Después me invitó a ir a su casa, fui y allí empezó todo. Como en la piscina le habíamos pedido a un desconocido que nos sacara una foto de los dos de recuerdo con mi móvil, después se la pasé al suyo. Mientras estaba chupándole la polla en la cama , me acordé de ti y le pedí que me sacara la foto chupándosela de pie. Después follamos. Pensé que te gustaría hacerte una paja mientras miras la foto."
"Gracias cariño por acordarte de mi", contesté.
Esta fue nuestra primera aventura cuckolding, pero hubo muchas más. En vez de pasar una semana, según lo que había planificado, estuvo los tres meses del verano. Yo estuve con ella dos semanas y me presentó a los tres tíos con los que se había acostado hasta ese momento. Durante esas dos semanas se acostó conmigo y con ellos, pero siempre por separado.

Poco a poco fuimos evolucionando y mejorando en nuestras relaciones cuckold. Para mi siguiente cumpleaños me regaló un cb-6000, que llevo todos los días desde entonces. Después me permitió mirar mientras lo hacía. Yo nunca se lo pedí, pero ella suponía que ardía en deseos de mirar. Pero tampoco me dejó mirar el primer día. Hasta ese momento, yo me iba al cine o a cualquier otro lugar hasta que ella me llamaba. A ella, como a todas las mujeres, les gusta hablar después de follar. Así que una vez llegué a estar tres horas fuera de casa. Pero un día me permitió estar en la casa pero no mirar. Me obligó a estar sentado en el sillón viendo la tele. Me prohibió levantarme del sillón, excepto para ir al baño. Y no salió hasta pasadas cuatro horas. Lo que más me acuerdo de aquella ocasión es del hambre, pues eran casi las once de la noche cunado ella salió. Preparé una cena rápida mientras ellos se duchaban juntos y cenamos a las 11:30 de la noche.

Como un mes más tarde me dejó mirar. Ella estaba nerviosa. Yo la ponía nerviosa mirando. Me di cuenta y le pregunté si quería que saliera de la habitación y me contestó:
No es necesario. Supongo que me acostumbraré pronto.
Y vaya si se acostumbró: diez minutos después ya no se acordaba de mi.

Después de esto empezó a follar cada vez menos conmigo. Y empezó a masturbarme ella con la mano y a obligarme a tragarme mi propio semen.
"Para que te vayas acostumbrando," decía ella.
Después vino la última fase. Me obligaba a lamer su coño lleno de semen de su amante. Y en el caso de algún amante que lo permitía, limpiarle la polla con mi boca.

Y esto es todo.